Nace en la ciudad de Guadalajara en 1887. Realiza sus primeros estudios de pintura con Feliz Bernardelli. En 1904, viviendo ya en la ciudad de México, inicia la carrera arquitectura, la cual abandonará al poco tiempo para estudiar en San Carlos con Antonio Fabrés, Julio Ruelas, Leandro Izaguirre y German Gedovius. Allí comparte aulas y docencia con los también estudiantes Diego Rivera, Angel Zarraga y Francisco Goitia. Becado por el gobierno mexicano, ingresa a la Academia de San Fernando en Madrid. Durante su periodo de estudios en la capital española, asiste a los talleres de Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga. En 1907 va a Paris, donde se relaciona con el medio artístico y con figuras ya consagradas como Picasso, Gris y Cocteau. Bajo el estímulo del ambiente parisino, Montenegro realiza algunos dibujos para la revista Le Temoin, ilustra La Lámpara de Aladino y escribe un libro sobre el bailarín ruso Nijinsky. Con el estallido de la guerra se ve obligado a residir en Mallorca, lugar en el que permanecerá casi cinco años. Durante su destierro provisional conoce a Anglada Camarasa, pintor catalán de gran prestigio por entonces, quien ejercerá una influencia notoria, aunque provisional, sobre la obra del mexicano. De regreso al país, empieza a pintar los frescos del convento de San Pedro y San Pablo por encargo de José Vasconcelos, quien apreciaba sus dones artísticos. En 1924 termina el mural Fiesta de la Santa Cruz - obra justamente elogiada - en la escalera principal del citado edificio. Admirador y promotor de las artes populares, contribuye a su revalorización colectiva mediante diversas iniciativas, entre las que destaca la organización de la primera muestra de artes populares en 1921. En los años treinta, además de publicar el libro Pintura Mexicana del Periodo 1800-1860, colabora con Marc Chagall en el diseño de la coreografía del ballet Aleko, y con Antonio Leal en Le Simoun, ballet de Lenormand. Se consagra como un retratista consumado, dueño absoluto de sus medios, los que despliega con elegante displicencia, como puede apreciarse en el retrato que hace a su amigo Chucho Reyes Ferreira, obra que hoy forma parte de la colección del Museo Regional de Guadalajara. En 1951, fiel al gusto que tuvo siempre por el arte popular y colonial, publica el libro Retablos Mexicanos. Exhibe su obra con éxito, tanto en el país como en el extranjero, lo que le significa múltiples reconocimientos. En 1965 recibe el honor de una exposición antológica en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, que abarca cinco décadas de producción artística. Muere en la Ciudad de México en 1968.
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